lunes, 22 de octubre de 2012

El cuarto arte oriental


Go, el juego que nació hace 4000 años en China para desafiar al pensamiento táctico y al tan buscado sentido de la vida, hoy le pisa los talones a occidente.

Txt. Etienne Baigorri | Ph. Laura Grosskopf

A simple vista es un tablero con 361 intersecciones, 180 piedras blancas y 181 negras. Basta con empezar a jugarlo para compenetrarse hasta el desquicio. El go es un juego sutil, cargado de lógica y peleado con el sentido común. Es una excusa para percibir lo efímero de la existencia y tomar conciencia de otro mundo, otro tiempo y otro espacio. “En la China antigua era considerado una de las cuatro artes tradicionales, junto a la pintura, la caligrafía y la música. Se trataba de un arte marcial de la mente”, explica Fernando Aguilar, campeón Iberoamericano de go, mientras pasa una a una las piedras entre sus dedos con una destreza admirable.

“El tablero es como la vida: cuando la partida empieza está vacío y a medida que se avanza, la dificultad y la complejidad aumentan”, compara el campeón que en el 2008 compitió por la medalla de los juegos olímpicos de la mente en Beijing . El campo de batalla, de 19x19, limpio, se va minando de piedras circulares blancas y negras que de entrada tienen el mismo valor. La gracia empieza cuando se ocupan distintas intersecciones del tablero, formando constelaciones entre ellas y de a poco concretando el objetivo: “Se trata de distribuirse en un espacio abierto, de ocupar el espacio, de conservar la posibilidad de surgir en cualquier punto. El movimiento ya no va de un punto a otro, sino que deviene perpetuo sin meta ni destino, sin salida ni llegada”, resumía el filósofo francés Gilles Deleuze (1925-1995) en Tratado de nomadología: la máquina de guerra, una de sus comparaciones entre el Estado y la máquina de guerra. Los elementos de juego lejos de ser rudimentarios se adueñan de un profundo lenguaje simbólico, los cuadrados representan el mundo material y el círculo, el cielo. La cuestión tiene más implícitos: el círculo en la intersección muestra el centro de la cruz, que según esta creencia, encarna el quinto elemento, la conciencia. Así como el negro y el blanco representan la dualidad, el ying y el yang, el equilibrio original.

El go es una guerra de guerrillas, un milenario juego oriental que permite entender el modo en que las principales potencias asiáticas, en particular China, Japón y Corea, conciben su estrategia política, comercial y militar. En cada punta del mapa, evidentemente, el sustrato filosófico es diferente: “El clásico de la estrategia de oriente es El arte de la guerra, del general, estratega militar y filósofo de la antigua China, Sun Tzu  (544 a.c - 496 a.c), mientras que occidente tiene sus propios clásicos de estrategia, como el capitán prusiano Carl Von Clausewitz (1780-1831). El modo que tiene Clausewitz de abordar la estrategia se asemeja bastante a la lógica del ajedrez, y la de Sun Tzu a la del go”, reflexiona Aguilar y agrega: “En el ajedrez hay dos ejércitos que se enfrentan, es una connotación de fuerzas directa. En el go todos los movimientos son envolventes”. Según explicaba el mismo Sun Tzu, si uno puede evitar la confrontación de fuerzas con el enemigo y puede ganar la guerra sin pelear ninguna batalla, mejor. Eso puede pasar en el go, y puede pasar en la guerra también. “Aunque parezca imposible si uno dispone el ejército de modo tal que el enemigo se convenza de que no tiene chance, puede lograr su recapitulación a lo mejor sin pelear ninguna batalla”, evidencia el mejor jugador de Iberoamérica que a los doce años ya se plantaba frente al tablero.

Las comparaciones siguen, la rivalidad entre los entretenimientos de cabecera en oriente y occidente poco a poco desaparece y deja entrever que lo único que los une es la utilización de la lógica para poder disfrutarlos. “El go tiene un sello más abstracto que el ajedrez”, resume Fernando. Mientras en el primero todas las piedras tienen el mismo valor y la diferencia surge a partir de la función que adoptan según dónde se las disponga, en el segundo, la diferencia es intrínseca, porque desde el llano hay una jerarquía entre las piezas. El rey siempre va a ser rey y el peón correrá la misma (mala) suerte. Cada una tiene su poder determinado y determinante. Las piedras del go son unidades anónimas que ganan fuerza cuando se colectivizan y forman constelaciones en las que cada una adquiere un papel estelar en el conjunto, como extenderse en el espacio, rodear al enemigo o romper.

El go, que arribó a la Argentina hace cuatro décadas de la mano de Hilario González Long, tío de Fernando Aguilar, y que fue prohibido durante la dictadura por su asociación con el comunismo, logró sobrevivir a la censura y copó la Asociación Argentina de In-genieros hasta fundar su propia casa, la Asociación Argentina de Go. Al ver que en cada país de Latinoamércia se fundó una sede que, siguiendo los li-neamientos de esta disciplina, hoy trabaja en red para difundir la filosofía oriental en la Federación Iberoamericana, es preciso afirmar que esto dejó de ser un juego y se convirtió en una verdadera herramienta de pensa-miento estratégico e integración.


2 comentarios:

  1. Quisiera hacer una aclaración. Mi nombre es Sofia Fernandez Long, y hace 4 decadas quien hizo arribar a la Argentina este arte oriental fue mi abuelo Hilario FERNANDEZ LONG (no Gonzalez Long).
    Excelente la nota, realmente da mucho sentido a lo q el go significa, visto por algunos como un "juego dificil" nada mas.
    Saludos
    Sofia Fernandez Long

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  2. Hay que aclarar que Fernando ya no es el actual campeón, es Isao Iuyama ganador del torneo hace poco en Colombia... Sin embargo, si Fernando hubiera ido, tal vez conservaría aun el titulo.

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